Lunes 1 de junio:
Es mi intención felicitar a todo el alumnado de 5ºB por la calidad de los relatos literarios presentados y de las correspondientes grabaciones.
No obstante, en las bases del concurso se dejaba bien claro que se haría público el fallo por el que se consideraba a tres de ellos como vencedores. Pero, como ha sido muy difícil la decisión final, el jurado ha premiado a una más.
Estas cuatro historias tienen el premio de aparecer en el blog.
Después de que cada uno de vosotros leáis tranquilamente y con interés las cuatro narraciones, vais a hacer lo siguiente:
Otorgas 4 puntos al cuento que más te haya gustado; 3 puntos, al segundo de ellos; 2 puntos, al tercero y 1 punto al cuarto.
Inmediatamente después, me enviáis un correo y en el asunto escribís, como siempre: Apellido_Nombre_Tarea29_Lengua, y en el cuerpo del mensaje escribes el nombre de cada uno de tus cuatro compañeros con su puntuación correspondiente.
Mañana martes se publicarán los resultados de vuestras votaciones. ¡Qué nervios!
Título: Catalina es una niña como yo o como tú, ni más ni menos.
Autora: Laura Rodrigues.
Catalina es un niña como yo o como tú, ni más ni menos. Va al cole, a quinto de primaria, tiene sus amigos, le gusta charlar, le encanta las tonterías que hace en TikTok (una de esas cosas de internet donde bailas como si tuvieras un tornillo en falta durante un minuto), le encanta el sushi, pescado a la parrilla y el color morado. Vamos, como tú o como yo.
Autora: Laura Rodrigues.
Catalina es un niña como yo o como tú, ni más ni menos. Va al cole, a quinto de primaria, tiene sus amigos, le gusta charlar, le encanta las tonterías que hace en TikTok (una de esas cosas de internet donde bailas como si tuvieras un tornillo en falta durante un minuto), le encanta el sushi, pescado a la parrilla y el color morado. Vamos, como tú o como yo.
Pero
hay un cosa que Catalina no tiene y le gustaría muchísimo tener. Que es más
dinero. Mucho más dinero. Vamos, que le gustaría mucho tener mucho dinero. No
le falta na de na, no, nada nadita, pero aún así Catalina quiere más. Porque es
un poquito presumida y le gusta exhibir cosas caras, y a pesar de tener algunas
cosas caras, Catalina quiere exhibir las cosas más caras del mundo. Para que le
admiren.
En esta
época de confinamiento, no es fácil presumir de cosas por videollamada. Todos
metidos en casa, no salimos a comprar más que comida y uno que otro capricho.
Pero Catalina siempre pide que le compren algo. Siempre. Una camiseta de la
marca de moda, unas deportivas como las lleva la famosa esa, un móvil color
rosa gold de la marca cara carísima,
una crema de cara japonesa hecha por pigmeos de la montaña Fuji… Da igual el
precio, Catalina lo quiere y lo pide.
Esta
noche Catalina se ha metido en mi cama a darme mimitos porque es una niña muy
tierna. Un poco caprichosa, pero muy tierna. Nos tumbamos juntitas hablando
hasta dormirnos. Yo he dormido bastante mal, pero creo que Catalina peor,
porque se ha tirado toda la noche dando vueltas como un reloj en la cama,
hablaba mucho en sueños y, justo cuando el sol estaba a punto de salir, empezó
a llorar muy alto abrazándome y dándome besitos. Catalina es, también, un poco
dramática.
El
mundo está enfermo, el nuevo virus está matando a mucha gente, pero Catalina
quiso salir de casa de todas formas, a dar un paseo. ¡Que estaba harta de estar
en casa, vamos! Y salió, en pijama, abrigo leve y deportivas. Un poco ridícula,
pero estaba realmente harta de estar en casa. Decidió ir hasta el jardín
botánico cerca de su casa, un lugar con cientos de años y muchas leyendas e
historias antiguas, historias de hadas sobre todo. Dice la madre de Catalina
que el hada de los dientes vive en ese jardín tan mágico.
- A ver
si encuentro el hada de los dientes dormida y la cojo. Si la cojo, solo la
suelto si me da todo lo que deseo - pensó la niña.
Le dio
un poquito de miedo andar sola de noche por las calles y entrar en el jardín,
pero lo hizo con mucho cuidado para no despertar a nadie. Tenía la pequeña luz
de su móvil encendida para ver mejor entre las ramas y arbustos, e iba mirando
cada árbol, cada rincón del jardín. Y la encontró… tumbada en el pétalo de una
rosa, la diminuta hada dormía tranquilamente, iqué bonita era! Con un
movimiento rápido de manos, Catalina cogió el hada y ya no la soltó.
● Suéltame, suéltame, suéltame
- decía la pequeñita hada bastante asustada.
● No, no te voy a soltar hasta
que me des todo el dinero del mundo - contestó la niña.
● ¿Todo el dinero del mundo?
¿Para qué quieres tú todo el dinero del mundo, teniendo tú no más de 11 o 12
años? No tienes cara de hambre, llevas unas buenas deportivas, pobre no eres.
¿No te vale todo lo que te dan tus padres?
● Me gusta mucho todo lo que me
dan mis padres, pero quiero más, ilo quiero todo!
● Muy bien, Catalina, te doy a
elegir. Todo el dinero del mundo para ti, o todo el dinero del mundo para que
mañana mismo se encuentre la cura para el coronavirus, ¿qué te parece?
● Puaj, el dinero para mí, hada
guapa, todo todito.
● ¿Segura? Pues muy bien,
suéltame y lo tendrás.
Catalina
la soltó, el hada cogió su varita e hizo algo con la mano, se veía un como que
un polvo dorado brillante por el aire.
● Ahora vete y verás que todo
el dinero del mundo es tuyo. Acércate a cualquier tienda y verás como se te
abren las puertas.
● Pero ahora es de noche, todos
están dormidos.
● Para los ricos, nunca nada se
cierra. Créeme.
La niña
decidió llamar a un Uber desde su móvil e irse a la tienda Fnac más cercana, la
del Centro Colombo, el más grande de Lisboa. Las puertas estaban abiertas pero
solo había una persona para atenderla y, desafortunadamente, no entendía nada
de nada de móviles, así que Catalina compró el móvil más caro que había, sin
saber si era también el que mejor se adaptaba a sus necesidades.
En
seguida caminó hasta la tienda de Gucci y ahí no había nadie que la aconsejara
a comprar, así que cogió las prendas más caras, dejó 10 billetes de 500€ en el
mostrador y salió de la tienda. Y esto hizo en 3 o 4 tiendas más, todas muy
caras, todas vacías. Ya muy cansada de andar con tantas bolsas, Catalina volvió
a casa en Uber. Quería enseñar a nuestros padres, a mí y a sus amigas las
bonitas cosas que había comprado. Abrió la puerta de casa con cuidado para no
despertar a nadie y se fue a mi cama. Pero en mi cama no había nadie, yo no
estaba. En su cuarto tampoco estaban nuestros padres, no había nadie en casa,
nadie! Muy asustada Catalina llamó a su abuela, a su mejor amiga, a todos sus
tíos y… nada. ¡Nadie le contestaba, nadie! Estaba sola, mi hermana. Totalmente
sola. Y muy asustada. ¿Dónde estaban todos?
Sentada
en mi cama, mi hermana lloraba rodeada de tropecientas bolsas llenas de cosas
bonitas y caras.
● Catalina, Catalina - llamó la
vocecita del hada de los dientes - estoy aquí.
● iHada! iEstás aquí! ¿Donde
están todos? ¿Lo sabes?
● Sí, Catalina. Están todos
malitos o en el hospital. Todos malitos con el virus este...
● ¿Y cuándo vuelven?
● No sé, cariño. Muchos no
vuelven, ¿sabes? Esta enfermedad es muy mala y peligrosa.
● Pero yo quiero que se curen, ¡quiero que vuelvan todos a sus casas!
● Has elegido quedarte con el
dinero, querida. No has querido que lo gasten en buscar una cura. Ahora tienes
cosas lindas, pero nadie a quién enseñarlas o con quién compartirlas. Esto es
lo que has elegido, Catalina.
● NOOOOOOOO, NO QUIERO NADA, NO
QUIERO COSAS, SON SOLO OBJETOS, QUIERO A MI MAMÁÁÁ, A MI HERMANA, A MI PAPÁ…
Me
despertaron sus llantos, me ahogaron sus besos, ay esta hermana mía. Nuestros
padres nos miraban desde la puerta de mi habitación con ojos de sueño y una
sonrisa. Catalina volaba entre brazos, llorando y riéndose como nunca.
Catalina
es presumida y caprichosa. Pero también tierna y sensible. Y ahora, un poco más
agradecida. Vamos, como yo o como tú.
Autora: Joana Fernández.
Érase una vez un campo en Portugal
donde, un día, inesperadamente, llegaron unas personas y construyeron un
palacio. Muchos años después lo transformaron en un colegio y lo llamaron
Instituto Español “Giner de los Ríos” de Lisboa, porque estaba en un pueblo
cerca de la capital portuguesa. A ese colegio podía ir toda la gente aunque solo para los
españoles sería un colegio público.
Pasaron los años y el colegio fue conociendo personas de todo tipo:
simpáticas, inteligentes, antipáticas, chulas, feas, bonitas, hijos de famosos…
Pero el 16 de marzo de 2020 el
colegio tembló de dolor porque se decidía su cierre y nadie sabía por cuánto
tiempo. Ese día, lunes, ya no fue nadie a clases, ni el martes, ni el
miércoles, el jueves tampoco y el viernes, todo seguía vacío. El colegio se
quedó tan triste que decidió buscar a alguien con quien hablar.
Empezó intentando hablar con las
hormigas, pero ellas estaban muy ocupadas con sus tareas rutinarias para
abastecer de alimentos su despensa. Después, quiso hablar con los libros, pero
tampoco podían porque se estaban intercambiando las palabras en las
estanterías. El único amigo con quien consiguió encontrar consuelo fue el
colegio de al lado. Hablaban mucho todos los días, solo se tenían el uno al
otro para conversar y pasar el tiempo.
Ya no veían personas por las calles;
las únicas que veían no tocaban en nada y a nadie. Llevaban mascarillas y
guantes y, cuando volvían a casa,
llevaban en sus manos grandes bolsas llenas de comida porque solo salían
a la calle para hacer compras.
El IEL informó al otro colegio de que
había oído hablar a unas personas que decían que esto se trataba de una
enfermedad muy contagiosa llamada Covid-19, que se transmitía a través del
aire, que por eso las personas no podían visitar a los familiares, pasaban el
día encerrados en casa, los niños no podían jugar en la calle...
Varios meses después, un día como
todos los otros, llegó una luz que pasó por todos los rincones de la Tierra,
recogiendo todas las lágrimas de las personas que habían sufrido por el
Covid-19. Y con eso la luz formó una fuerza mágica que creó una bola gigante
que envolvió nuestro planeta. A continuación, se desprendió una luz brillante,
tan potente, que curó a toda la gente que estaba infectada.
Pasado esto, todo volvió a la normalidad.
Título: La isla.
Autora: Lucía Vilares.
Érase una vez una niña de
diez años llamada Carmen. Carmen era de media estatura, tenía un pelo largo y
castaño, con ondas como las olas del mar y éste le llegaba hasta el final de la
espalda. Tenía los ojos verdes como los de un gato, pestañas como guirnaldas,
una boca acorazonada, una nariz redondita y mejillas sonrojadas. Carmen era una
niña inteligente, muy responsable, guapa, un poco pillina, muy amable y,
también, sociable.
Esta niña estaba confinada en
su casa con sus padres (era hija única), pues había una pandemia de
coronavirus.
Se aburría mucho y se sentía
sola: sus padres se pasaban el día liados con el trabajo digital y, aunque ella
tenía deberes, cuando los acababa no tenía nada que hacer.
Su padre, señor alto, con
pelo moreno y sin barba, era militar y tenía que salir de casa todos los días
menos los fines de semana.
Su madre, señora con el pelo
corto y castaño, de media estatura y bastante minuciosa, era comerciante y,
también, tenía mucho trabajo.
La casa era amarilla por
fuera, con dos pisos. Fuera, tenían un jardín con hierba y varias macetas con
flores y una piscina pequeña en la que cabía un máximo de siete personas.
En el piso de abajo estaba el
hall, el salón y la cocina, mientras
que en el piso de arriba estaba su habitación, un espacio bastante grande con
una cama enorme, un cómoda, dos mesitas de noche, una a cada lado de la cama
con un despertador en cada una de ellas, un balconcito, un armario enorme ( y
muy desordenado), tres estanterías con juguetes, un baúl para guardar sus cosas
y muchos pósters de Harry Potter que cubrían todas las paredes. En frente de su
cuarto estaba el de sus padres y, al final del pequeño pasillo, el baño.
Un día, Carmen había acabado
los deberes y no sabía qué hacer. Entonces, vio su armario y decidió ordenarlo.
Cuando lo abrió, camisetas, pantalones y vestidos que estaban al borde del
armario cayeron al suelo. Fue ahí cuando observó un rectángulo dibujado en la
madera del fondo del armario y decidió tocarlo. Al hacerlo, el trozo de madera
desapareció y, en vez de quedar pared por detrás, había un largo camino poco
iluminado con salida al final. Como Carmen estaba muy curiosa se adentró en el
pasadizo; como era pequeño tuvo que pasar gateando. Al llegar al final, no
podía creer donde estaba. ¡Estaba respirando debajo del agua! Allí todo era
rarísimo: había caballos fosforescentes que buceaban, mapaches con aletas,
sirenas, ¡y un millón de animales extraños!. Carmen se pellizcó para ver si
estaba soñando, pero no era así. Miró hacia atrás admirando que el agua
mantuviese ella sola el margen sin mojar ni el pasadizo ni el armario. Luego,
fue avanzando en la única dirección en la que se podía ir: hacia delante.
Después de unos cinco minutos
nadando, se vio de pie en una isla. Pero no una isla cualquiera, ¡sino una isla
que estaba en el aire! Desde allí se veía que ella había entrado por uno de los
muchos túneles de agua. ¡Aquella isla era extraordinaria! Estaba llena de
árboles, flores, arbustos tierra hierba… Pero había cosas que ella no había
visto nunca. Como árboles que tenían la copa bajo tierra y las raíces ocupaban
su lugar llenas de flores, agujeros en la tierra por los que entraban y salían
sirenas, pues detrás de esos agujeros todo era agua y rocas, además de los
tigres parlantes herbívoros que tenían la cola en el pecho. ¡ Todo era raro y
precioso!
Entonces, todas las sirenas,
tigres... se pusieron a hacerle preguntas y Carmen perdió la noción del tiempo
de lo que se había divertido.
Desde aquel día, siempre que
Carmen se queda sola en casa y no tiene nada que hacer, se va con sus nuevos
amigos a pasar el rato.
Título: La chica confinada.
Autor: Francisco Delgado.
DESPUÉS DE ESTO, VIENE LA SEGUNDA PARTE DE LA TAREA 29 DE LENGUA CASTELLANA.
Título: La chica confinada.
Autor: Francisco Delgado.
Sofía era una chica confinada en la
cuarentena por el Covid-19, en el año de 2020.
Tenía quince años, de mediana
estatura y con ojos verdes como la hierba de las praderas asiáticas; era
pelirroja aunque no del todo, marrón pelirrojo.
Sofía era creativa, aunque un poco
antisocial.
Había nacido en España, pero vivía en
París desde los dos años, ya que su padre había sido trasladado a Francia, por
motivos de trabajo.
No tenía amigos, por eso no extrañaba
mucho el colegio, pero lo que sí detestaba era estar en casa todo el tiempo y
sentía unas ganas tremendas de salir, aunque nadie la dejaba.
Un día, no aguantó más y se escapó.
Sus padres no se dieron cuenta, sino
una hora después, ya que estaban durmiendo la siesta y sus siestas no eran nada
cortas, duraban cerca de una hora. Cuando se despertaron, se dieron cuenta que
se había ido
y no sabían a dónde, entonces, fueron
a cada rincón de la ciudad a buscarla, pero no la encontraron.
Decidieron preguntar a las pocas
personas que había en la calle, alarmados por si habían visto a una adolescente
pelirroja con ojos verdes por sus barrios, y todos les decían:
-¡Oye! ¡Cuidado con la distancia!
¡Dos metros como mínimo! Y no, no he visto a ninguna adolescente pelirroja con
ojos verdes pasando por aquí; por eso, desaparece de mi vista.
Sofía, en verdad, se había escondido
en el patio de atrás de la casa, ya
que estaba esperando a que sus padres fuesen a buscarla para ella escapar más
fácilmente.
Cuando huyó, se encontró con unos
patos, ya que, como no había ruido, habían salido del río Sena y estaban
caminando por las rúas parisinas.
Mientras se encontraba corriendo, se
topó con un perro, de raza Rottweiler, con los dientes afilados como cuchillas,
que le empezó a gruñir:
-Grrrrrrr.
Se acordó que, en el colegio, sus
profesores de biología le habían dicho que el Rottweiler era el perro con la
mordida más fuerte del mundo, que es capaz de ejercer una presión de 150 kilos por
centímetro cuadrado cuando cierra su mandíbula.
-¿Quién habrá sido el descerebrado
que ha dejado este perro aquí fuera?- pensó ella.
El perro seguía gruñendo, cada vez
más fuerte.
Se acordó también que no hay que huir
de un can agresivo, ya que corren mucho más rápido que un ser humano y te
verían como una presa.
Decidió quedarse quieta con los
brazos pegados al cuerpo, porque le habían dicho que la mejor forma de
sobrevivir a un ataque de perro era esa, además de no entrar en pánico ni tener
miedo, aunque, en esa situación, no entrar en pánico era misión imposible.
El perro seguía gruñendo mientras se
acercaba, pero Sofía empezó a notar que el perro no la miraba a ella, si no más
atrás.
Se giró para ver qué había detrás, y
efectivamente no le estaba gruñendo a ella, sino a un Pitbull que miraba
fijamente a Sofía, con ganas de atacarla.
El Rottweiler empezó a correr en
dirección del Pitbull, con el fin de acabar con él.
El Pitbull también corrió hacia el
Rottweiler y empezaron a pelear.
-Ah, con que este perro me estaba
protegiendo, bueno ¡Gracias, don Perro! ¡Perdón por haber pensado que me ibas a
atacar!- dijo Sofía.
El Rottweiler, mientras se peleaba
con el Pitbull, la miró y movió la cola, como diciendo “para eso estamos”.
Sofía aprovechó el alboroto para huir
de allí.
Tenía hambre, por eso, decidió ir a
una tiendecita para comer algo y se dio cuenta de que no había traído dinero,
y, desafortunadamente, no le quedó otra que robar.
La tienda en la que ella entró era
pequeñita y no había muchas cosas.
Cogió una bolsa de patatas Lay's sabor BBQ y le preguntó al hombre de la tienda, metiéndose la mano en el
bolsillo:
-¿Cuánto cuesta esto?
-Dos euros y cincuenta céntimos-
contestó el hombre.
-Vale, espere, ¿qué es eso?- dijo
Sofía, señalando a una pared.
Y, aprovechando el instante que el
hombre no la estaba mirando, salió corriendo de la tienda.
-¡Ey! ¡Ladrona! -gritó él.
- Este cabeza-inflada piensa que si
le robo una bolsa de patatas se quedará en la ruina. - pensaba Sofía, mientras
corría.
Huyó fácilmente de aquel hombre,
porque él corría muy despacio y ella, bastante rápido.
Cuando el hombre la perdió de vista,
se sentó en un banco y empezó a comerse sus deliciosas patatas.
-Están buenísimas.
Después de acabarlas, decidió que era
buena idea dormir un poco en aquel banco, se tumbó y se echó una siesta.
Cuando se despertó, se dio cuenta que
estaba tumbada en el suelo de una calle oscura, y vio que el Rottweiler que le
salvó la vida estaba sentado a su lado.
El perro le dio unos simpáticos
lametones en la cara, la chica se rió, aunque paró de reírse cuando vio que el
perro que le había salvado la vida estaba herido gravemente en la barriga.
-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
El perro la miró con cara de triste y
Sofía lo abrazó.
-¿Quieres que te la cure?
Ella fue a buscar un vendaje, pero
vio que tenía uno en su mano.
-¿Qué? ¿Cómo?
Ahí fue cuando Sofía se despertó.
- Dios, qué sueño tan raro, aunque me
ha dado una idea, voy a ayudar a ese Rottweiler, es lo mínimo que podría hacer
por él.
Sofía fue a la calle donde se había
encontrado el Rottweiler y lo vio con unas heridas, pero no muy graves.
El perro se animó cuando la vio y
movió la cola alegremente.
-Hola, ¡Gracias por salvarme la vida!
El perro la lamió en la cara.
-Veo que estás abandonado, no tienes
collar, ahora que me fijo bien. ¿Sabes qué? Te voy a adoptar. Y te voy a llamar
Baguette.
El perro se puso feliz como si
supiese que lo iban a adoptar.
Sofía fue a casa con el perro, y vio
que sus padres no estaban allí.
-Bueno, voy al supermercado para
comprarte comida. ¿Vale?
El perro movió alegremente la cola.
Cuando fue a Carrefour, se encontró
allí con el señor de la tienda que ella había robado las patatas fritas. ¡Y
estaba en la sección de comida para perros!
Sofía, astuta, fue a la sección de
fiestas y se puso una máscara para no ser reconocida por aquel odioso hombre.
Pero lo que a ella se le olvidó fue pintarse el pelo, porque su pelo era rojo y
se reconocía bastante fácilmente.
El hombre se dio cuenta y dijo,
educadamente,:
-Madame, ¿puede quitarse la máscara,
por favor?
Sofía pensó rápido.
-Shashi Shosha, she sho sha shan.
-¿Es japonesa?
-No, no lo soy, ay no, digo Shashi
sha li sho ma sashi.
El hombre le cogió la máscara y la
rompió, le iba a pegar a Sofía en la cara, cuando, de repente, se oyó un
gruñido bastante fuerte.
-¡Grrrrrr! ¡Garrrrrr!
Allí estaba Baguette, defendiendo a
Sofía, y mostrando al hombre una mirada feroz y mostrándole unos dientes
afilados como bisturíes hechos de diamante.
El hombre, asustado, dijo:
-Ay Dios, ahhh, ¡Ahhhhhhh!
Y salió corriendo despavorido.
El perro, feliz, hizo un sonido que
se podría traducir a una risa malvada burlona.
-Je, je, je, je je.
Sofía abrazó al perro y lo escondió
en su chaqueta, y cuando alguien le preguntaba que qué era, ella respondía.
-Y a ti que te importa, caraculo.
Hubo un señor calvo muy grande y muy
musculoso que le preguntó a ella qué escondía ahí dentro. Su respuesta no fue
diferente:
-Y a ti que te importa, caraculo.
A lo que él reaccionó diciendo:
-¡¿Caraculo yo?! ¡Te voy a dar una
bofetada!
Sofía salió corriendo y el hombre fue
detrás de ella, entonces, Sofía soltó a Baguette para que mordiera al hombre.
El perro fue corriendo en dirección
del hombre, pero él le pegó una patada y el perro salió volando.
-¡¡Baguette!! Exclamó Sofía.
Baguette cayó al suelo, inconsciente.
-Ahora no tienes cómo defenderte,
muchachita, je, je, je, je, je - dijo el hombre, acercándose lentamente a Sofía, con el
fin de destruirla.
Sofía se llenó de rabia, nunca había
tenido tanta en su vida, por eso, decidió correr en su dirección.
El hombre le iba a pegar en la cara,
pero ella le esquivó y le pegó una patada en su rostro. Después, un puñetazo en
su barriga, y luego, otro puño en su cara.
-¡Ahhhh! -dijo el hombre, lleno de
dolor. Y decidió atacarla.
Intentó pegarle en la barriga, pero
ella dio un mortal para atrás, luego saltó muy alto y le dio una patada en la
cara. El hombre reaccionó, la cogió de los pies y la tiró contra el suelo.
Sofía tenía la nariz rota y la boca
también, además de estar medio aturdida, pero aún así, se levantó y dijo:
-Te vas a arrepentir.
Sofía le dio una patada en la
barriga; cuando el hombre se dobló por el dolor, otra en la cara, y luego le
dio un puñetazo en la espalda.
El hombre cayó inconsciente al suelo.
Para ese entonces, la policía ya estaba allí y Sofía cogió a Baguette, que
seguía inconsciente, y salió corriendo.
Como ella era la más rápida de todo
el curso, escapó fácilmente de los policías.
Llegó a casa y vio que sus padres
seguían sin estar allí.
Puso a Baguette en la cama, que ya
estaba medio despierto, pero muy pero que muy aturdido.
Ella se puso a ver Netflix con
Baguette, y le dijo:
-La comida la dejaremos para otro
día, hasta ese día, te alimentaré con jamón.
El perro hizo una especie de queja,
ya que estaba aturdido.
-Hmrrrrr.
Sofía sintió pena, aunque no dijo
nada, solo le trajo jamón y agua, pero Baguette no comió.
Después de dos horas, alguien abrió
la puerta.
-¡Sofía! ¿Dónde has estado? ¿Y qué es
esa inmundicia que tienes ahí en la cama?
-Mamá, lo he adoptado, no tenía
dueño, y me escapé porque… estaba harta de estar en casa.
-¡Tienes la cara llena de
heridas! ¿Con quién te has peleado?
¿Sabes qué? ¡No me des explicaciones! ¡Estás castigada! ¡Y deja esa bola de
pelo fea en el lugar donde la encontraste!
-¡No! ¡No tiene dueño! Y además, me
ha salvado la vida.
-¿Salvarte la vida? ¿En qué lío te
has metido? ¡Dime ya!
Sofía cerró la puerta de la
habitación con llave y dejó a sus padres fuera protestando.
Transcurrieron otro par de horas y su
madre tocó la puerta y dijo desde fuera que lo sentía, que estaban muy
descontrolados porque se había escapado, y que sí aceptaban que se quedara con
el perro.
Sofía abrió la puerta y abrazó a sus
padres.
-Lo siento, yo también sé que os he
preocupado mucho - admitió ella.
-No pasa nada -dijo su madre.
-Te perdonamos, pero, por favor,
intenta que no vuelva a pasar -le pidió su padre
-No volverá a pasar. - aceptó ella -
Lo siento mucho.
Y AHORA A VOTAR Y A ENVIARME TU VOTACIÓN EN EL CORREO.NO SE VOTA POR AMISTAD, SINO POR CALIDAD.
Y AHORA A VOTAR Y A ENVIARME TU VOTACIÓN EN EL CORREO.NO SE VOTA POR AMISTAD, SINO POR CALIDAD.
DESPUÉS DE ESTO, VIENE LA SEGUNDA PARTE DE LA TAREA 29 DE LENGUA CASTELLANA.
LUNES, 1 DE JUNIO
Recuerda que tienes que poner la fecha, el número de la actividad y
copiar los enunciados.
REALIZA LOS SIGUIENTES EJERCICIOS DE REPASO DEL TEMA 14:
PÁGINA
214. EJERCICIOS: 3, 4, 5 y 8 (solo el apartado A).
AVISO:
Cuando los acabes no adjuntes ninguna foto. Solamente tenías que haberme
enviado un correo con tu Apellido_Nombre_Tarea29_Lengua
con el resultado de tu votación, tal y como he explicado en esta publicación.
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